La Ouija 2: El origen del mal

Por: G. J. Jiménez -@GJjimenezG

Sabemos que todos los meses tenemos en cartelera un gran número de películas, entre las cuales, el terror tiene su plaza fija. Esta podría ser una de las razones por la cuál, muchas veces el género es menospreciado. Aunque si quisiéramos hacer una especie fraccionamiento de culpa para ver cuál de tantos elementos es el preponderante, yo diría que está en aquellos que se encuentran detrás del telón.

Desde un punto de vista simplista, una comedia que no haga reír, un drama que no te saque lágrimas y un film de terror que no logre levantarte del asiento, es un fracaso. Sin embargo, creo que esos atributos, aún siendo determinantes para definir el género, podrían no serlo para medir la calidad y es aquí donde entramos en la precuela, La Ouija: El origen del mal.

Alice Zander es una viuda que se ha dedicado a la videncia, ofreciendo servicios para aquellas personas que desean contactarse con los espíritus de sus fallecidos más queridos. Este trabajo lo realiza con la ayuda de sus hijas, Paulina y la pequeña Doris, quienes forman parte de la maquinaria fraudulenta que hace creer a los clientes que han logrado comunicarse efectivamente con los espíritus.

Aunque siempre son víctimas de los escépticos, todo mantiene un rumbo normal hasta que un día Paulina propone a su madre usar una Ouija para innovar el teatro habitual. Doris, curiosa por el extraño juego, descubrirá que puede contactar con una entidad a través de él. A partir de ese momento, una serie de sucesos alterará la frágil estabilidad familiar. 

Hay elementos y motivaciones claras en los personajes, que se centran en la pérdida temprana de un padre y esposo, que generará el deseo de volver a contactarse con él.

La ambientación busca emular a los años 60, pero esto se va perdiendo a lo largo del relato, ya para la mitad del film, queda casi en el olvido esa estética inicial, que solo un pequeño televisor blanco y negro conservará.

Mike Flanagan, el director y escritor del film, logra buenos momentos, ayudado por la muy buena interpretación de Lulu Wilson como Doris; pero en cuanto al guión, el argumento final terminará siendo obligado por una serie de giros que no hacen más que entorpecer la fluidez de la trama.

En al elenco encontramos a Elizabeth Reaser como Alice y Analine Basso como Paulina; mas, como hecho curioso, destaca Henry Thomas, quien puede que pocos recuerden como el niño que interpretó en 1982 a Elliott en E.T.; y que en este film lleva el papel del padre Tom, un hombre que luego de perder a su esposa, asumió los hábitos. 

Terminando la película, al levantarme del asiento, hubo algo sobre lo cual no me quedó dudas: Flanagan pudo haber hecho un mejor trabajo.

Sabemos que es un film realizado para finales de octubre, por la época de Halloween, pero hay una intencionalidad implícita en la cinta que busca destacar. Sin embargo, esta misma va disminuyendo mientras avanza, hasta perderse. Aunque debo admitir que mis expectativas eran bajas y que estuvo por encima de ellas, hay muchos excesos que se terminan transformando en una carencia argumental, como suele ocurrir con muchas de las películas del género. 

Así que, recordando lo que indicaba al inicio, esta película te hará saltar un par de veces si te dejas llevar, pero eso no se traduce en calidad, solo es un atributo de género, el cual tiene sus momentos que valen la pena ver pero siendo mejor relatada y cuidando más la sincronía con la época, como el caso del Conjuro 2

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