Cuando se habla de Tarzán muchos piensan en el famoso grito de aquel hombre de la selva que marcó una época. Los de más edad recordarán al famoso nadador olímpico, Johnny Weissmüller, quien interpretó durante 12 entregas al referido personaje. 

La historia común, basada en la novela de Edgar Rice Burroughs, nos habla del niño John Clayton III que terminó perdido en una selva africana y fue criado por los simios. Durante su niñez fue aprendiendo a vivir como ellos, adquiriendo habilidades poco comunes entre los hombres.

Ya adulto, conocerá a la hermosa Jane, la hija de un investigador que viaja a África para estudiar a los gorilas, produciéndose una atracción mutua. A partir de ahí Tarzán logrará volver a la civilización y aprender inglés y francés; es aquí donde comenzará esta nueva historia.

El sueco Alexander Skarsgård, conocido por la famosa serie de vampiros True Blood, fue el elegido para afrontar el papel del hombre de la selva. Después de volver a la civilización y llevar una vida con Jane Porter, interpretada por la hermosa Margot Robbie, tiene que viajar de nuevo al Congo para encontrarse con Leon Rom (Christoph Waltz) como emisario del Parlamento Británico. Jane insistirá en ir con él, pues tiene muchos deseos de visitar aquel lugar de nuevo. Junto a ellos viajará un personaje peculiar, George Washington Williams quien fue, realmente, un jurista e historiador norteamericano y será interpretado por el actor Samuel L. Jackson.

El viaje resultará ser una trampa realizada por Leon Rom, lo que desatará una nueva aventura para Tarzán.

Aunque la historia no aporta nada nuevo, se nota el gran trabajo de producción en el reparto y la dedicación de los actores. Alexander Skarsgård tuvo que realizar una dura dieta para poder alcanzar las condiciones físicas que muestra en la película, al punto de haber cargado al nada liviano Samuel L. Jackson, sin mucho esfuerzo. La altura del actor se hará notar constantemente, haciendo más imponente al personaje, con 1,94 metros de altura.

El vestuario y el maquillaje será un valor a destacar, además de los escenarios y la fotografía.

El director, David Yates, no logra ofrecer algo nuevo en este film donde el exceso de CGI volverá a ser uno de los elementos que sobran, puesto que no logrará emular del todo la realidad en las escenas. 

Hará falta un poco más de Margot, quien entra como uno de los grandes atractivos de la película y que, aunque hará un buen papel, no resaltará su belleza como muchos podrían esperar. 

La historia, como se dijo antes, aporta muy poco. Aunque nos da otra perspectiva del personaje, este elemento no se desarrollará por completo, siendo más un trabajo visual que de profundidad.

Cuando se estaba buscando una opción para el nuevo Tarzán, uno de los posibles actores fue el deportista Michael Phelps, quien estuvo a punto de personificarlo, como lo hizo en su tiempo Johnny Weissmüller. Lamentablemente un incidente en la televisión acabó con esa posibilidad.

Esta nueva entrega es una buena película, entretenida, con mucha acción, efectos especiales y de buenos momentos. Notablemente no será la película más innovadora del año, pero nos dará otra mirada al que durante tanto tiempo fue dueño de la gran pantalla: Tarzán.