The Strain: la oscuridad ha vuelto de la pluma de Del Toro.


Por: G. J. Jiménez -

El período fatal que inició con Crepúsculo y las series de vampiros para adolescentes parece llegar a su fin —¡Por fin!—. Cuando los reyes de la noche empezaron a caminar de día, e incluso brillar con el sol, el teatro nocturno se desvirtuó para transformarse en un vacuo negocio de sexo, rostros y cuerpos de portada, historias vacías o redundantes, fantasía para adolescentes con muy poco que aportar. Aun la onda de distopías infantiles, Orwell for dummies, tenía mucho más que decir, razón por la cual los fanáticos de la oscuridad debemos agradecer a Del Toro por traer a la pequeña pantalla su obra literaria coescrita con Chuck Hogan, "La trilogía de la oscuridad". 

"Nada de esas historias románticas, lánguidas, donde dos jóvenes beben la sangre de gente bella" dice Del Toro para diferenciar su percepción de los condenados con la que se puso de moda recientemente. El libro muestra muchas facetas interesantes donde se mezcla el misticismo, la fantasía oscura con ciencia ficción e investigación policiaca al estilo CSI.

He tenido la grata experiencia de leer el primer libro mientras seguía la serie y quiero compartirles mis impresiones. No fue difícil, aunque la velocidad de las acciones en pantalla es mucho mayor que los libros, esto no fue impedimento, al contrario, pude analizar la adaptación paso a paso y tener una mejor percepción de los detalles. Sobre el libro debo aplaudir la construcción impecable de los personajes, la notable investigación y el cuidado que se tomaron para argumentar el vampirismo como una plaga. ¡Cuidado! No quiero parecer un fanático que no hace más que lisonjear la obra, esta, goza de una narrativa muy rápida y sencilla, muy fría, con escasas descripciones psicológicas que te hagan entender el aspecto emocional del personaje, parece más un guión adaptado a un libro y no una novela que luego será adaptada; es, Del Toro, un guionista que decidió hacer literatura y el resultado lo demuestra. 


La historia no se alejará mucho de la idea principal del libro, los cambios son acertados y mantienen la línea original, dándole mayor dinamismo a la serie. Me arriesgaré a afirmar que es uno de esos pocos casos donde la adaptación llega a superar al libro. La construcción de los personajes es impecable, llega a dar la sensación de ser el típico party de una partida de rol: el viejo cazador de strigoi (David Bradley) —los vampiros—;  epidemiólogo (Corey Stoll) y su compañera (Mía Maestro) quienes darán el tono romántico de la serie: un exterminador de ratas (Kevin Durand), típico ranger capaz de entender a su presa y darle cara en pleno combate; una hacker (Ruta Gedmintas), atrevida e irreverente. Fuera de este grupo tendremos otro personaje de mucho peso, el mexicano (Joaquín Cosio), listo para la acción y el combate cuerpo a cuerpo.

Se puede notar que el verdadero riesgo está en la ficción, poder crear un mundo posible posterior al 11 de septiembre de 2001, donde una enfermedad desconocida empieza a expandirse.

Los vampiros de esta historia no son una simple criatura fantástica, rodeada de lujuria, intrigas y muertes, estos depredadores son mucho más ¿reales?, de lo que nos contaron Bram Stoker y Anne Rice y vienen por nosotros. La mutación que se produce en aquellos que son transformados se aleja de los colmillos y del típico conde seductor; son monstruos, dirigidos por una mente que puede darles más o menos conciencia —mente colmena—, tienen un aguijón que se forma en el proceso de mutación y que está conectada a la traquea, se reproducen por un parásito que se hospeda en el huésped cuando este es alcanzado por el aguijón y al entrar en el cuerpo se multiplican de forma inmediata. En vez de sangre botan un líquido blanco y carecen de conciencia propia. A lo largo de la trama descubriremos muchos comportamientos físicos de estas criaturas, como que evacuan algo parecido a un vómito posterior a alimentarse.


Los villanos no se quedan atrás, el Amo (Robert Mailler), criatura inmortal capaz de controlar a todos los infectados a su antojo; un multimillonario (Jonathan Hyde) al borde de la muerte que busca desesperadamente una cura para su mortalidad; una estrella del Metal (Jack Kesy), que tendrá mayor protagonismo en el futuro cercano, y un antiguo oficial NAZI (Richard Sammelconvertido en la mano derecha del amo.

Una historia equilibrada, bien construida, que no sorprende viniendo de alguien como Del Toro, aunque, como dije antes, esto no es un artículo de idolatría al autor. The Strain, serie o libro, carece de innovación en muchos aspectos, sobre todo para quienes han seguido las obras del autor. Los clichés serán comunes , mostrando a un Guillermo poco arriesgado, aunque varía la forma y el origen de los depredadores nocturnos, vuelve a repetir una fórmula en la que ha trabajado durante toda su carrera: Nacional Socialismo y Falangismo. Si alguna vez vieron El espinazo del diablo (Falangismo), El laberinto del fauno (Falangismo), Hellboy (Nacional Socialismo), etc, saben a que me refiero. Este recurso ha sido usado por Del Toro en más de una ocasión, incluso él ha declarado, en entrevistas, su tendencia liberal y antifascista. El perfil del personaje mexicano que se utiliza tiene muy poco que decir, un ladrón que soñaba con ser (SPOILER) y termina luchando por una causa justa y así alcanzar la redención, manteniendo esa imagen negativa del mexicano acostumbrada en el cine.

Sobre la serie, la dirección no llega a impresionar pero eso no la hace menos, tiene lo justo; la apariencia, inicial, de el Amo, pudo ser mucho más elaborada, realmente deja que desear; la fotografía no pasa de ser buena —a comparación con Walking Dead, por ejemplo—  y el guión es la base sólida en la que se sostiene esta adaptación.

Esta serie tiene todo para quedarte enganchado y seguro que esas caídas pasarán por alto cuando estés siendo perseguido en una alcantarilla por miles de strigoi (sí esto es un casi SPOILER).